viernes, 4 de julio de 2014

¡Hoy seré feliz!

Me resulta entretenido observar a las personas. Las que van con el ceño fruncido, pensativas, hablando consigo mismas… pensando en voz alta, quizá, o sosteniendo la más interesante plática con su interlocutor imaginario. Las que van  ‘empericuetadas’ (muy arregladas) y altivas, como sintiéndose dueñas del mundo, las sonrientes, las cabizbajas.

De manera particular me gusta detenerme en los niños que, totalmente despreocupados –aun cuando van contra el tiempo- caminan hacia su escuela. Ésos, la mañana de hoy, me pusieron a meditar.

Y es que debo reconocerlo, puedo ser muy estresada. Soy risueña, río con la mayor de las facilidades y generalmente llevo la risa a flor de piel. Pero nunca he negado que soy de emociones intensas, así que con esa misma facilidad me surge el estrés.

Esa preocupación que proviene de una situación no resuelta, de lo que ha de venir, de lo que pasó y no estuvo bajo mi control, de aquello cuyo desenlace desconozco porque ni siquiera se acerca a su fin. Pensándolo bien, creo que inconscientemente me las ingenio para vivir con el mundo a cuestas.

Por eso, mientras regresaba a mi casa, luego de llevar a mi hijo a su colegio, tomé una decisión. Hoy seré feliz. Disfrutaré mi día. Recibiré con gratitud las caricias del apacible viento que refresca el ambiente, el dulce trino con que los pajaritos agradecen el nuevo día a nuestro Creador, la presencia de mis bellos hijos, la salud, el trabajo, ¿y por qué no? también las adversidades, porque a través de ellas crezco y me hago más fuerte.

Soy una guerrera. Llevo incontables cicatrices en el alma, que dan cuenta de muchas batallas perdidas... pero mientras viva, seguiré librando la guerra. A ser feliz, entonces. ¡He dicho!

sábado, 28 de junio de 2014

Mi regreso...

El tiempo pasa volando. Me parece que fue ayer que escribí mis últimas letras. Tantas palabras que se convirtieron en silencios. Tantos silencios que acallaron mis palabras. Y todos esos sentimientos que buscaron escape… convertidos en sudor y lágrimas. Y suspiros.
No sé decir si en este lapso me he hecho más fuerte o más débil. Tan solo sé que soy una Nitos más grande; con una visión diferente de tantas cosas y más clara de lo que quiero; aunque debo confesar que aún voy por el camino definitivo del descubrimiento de cómo conseguirlo…
No es fácil. Al menos no para mí. Porque esto de suspender las pausas, reavivar sueños, trabajar en función de nuevas metas, darte cuenta (o más bien, recordar) que el tiempo pasado no se recupera, fortalecer lazos amistosos, romper las cadenas de la rutina… es cansado.
Definitivamente no soy la misma de antaño. No solo porque se quebró el vaso que llevo dentro para dar lugar al nuevo barro. Sino porque el tiempo no pasa en vano. El cuerpo se desgasta y si algo me mantiene en pie, es que mi espíritu se renueva.

Gracias a Dios por ello. También a los seres que amo, a quienes me inspiran y a quienes, con sus manos, tejen una red de soporte cuando voy en caída libre. He vuelto. Y no pienso volver a irme.

Datos personales

Mi foto
Managua, Nicaragua
Como todos en este mundo, tengo virtudes y defectos. Pero creo que lo más importante para mí, es saber ser amiga, de las que se quitan la camisa para dársela al que la necesita. Fiel a más no poder, sincera, y muy reservada. Amo la buena ortografía y me cuido de tenerla; periodista de profesión y de corazón, madre por decisión. Pero, ¿quién mejor que mis amigos para describirme? Así que esa tarea se la dejo a ellos.