lunes, 23 de junio de 2008

Los padres de mi vida

23 de junio: Día del Padre Nicaragüense

Su recuerdo me ha acompañado desde los 13 años. Moreno, muy delgado,cabello crespo, siempre corto y peinado hacia atrás. Usaba lentes y unos pantalones flojos que por algún motivo captaron mi atención.
El padre Gustavo Villada, era el jesuita encargado del primer curso en el Colegio Centro América, donde estudié secundaria. Su oficina siempre estaba llena de alumnos y aunque él se nos mostraba muy amigable, nunca la pensó dos veces si debía llamarnos la atención.
Recuerdo cuando, llorando, llegué a su oficina. "Padre, estoy confundida. He pensado que si Dios no existe, pasaré una vida creyendo algo que no es", le dije. Su respuesta me pareció lógica: "Si crees en Dios y no existe, no pasa nada; pero, ¿y si dejás de creer y realmente existe?"
Me compartió su punto de vista al respecto y cerró sus palabras con esto: "hija, no es pecado preguntarse, al contrario, cuando nos preguntamos es cuando nos esforzamos por encontrar respuestas. No te sintás culpable por haber dudado". Me ayudó a tener mi conciencia tranquila en un momento crucial de mi vida. Regresó a su natal Colombia y nunca más supe de él.
En cambio, del padre Ignacio Astorqui, siempre tenía noticias. Lo conocí a los 16 años. Biólogo y científico español, me dio clases de Química y de Biología. Su característica frase "pero qué insensatez, caramba" creo que aún resuena en los oídos de muchos ex alumnos. A mí lo que más me impactó era su manera de entregarse. Amaba lo que hacía y hacía lo que amaba.
Nunca se cansaba de explicarnos cómo coleccionar mariposas, criar peces, hacer injertos, y muchas otras tareas que realizaba para hacernos más amenas las clases. Como escribió en mi libro de recuerdos: lo importante no es la química o la biología, sino la influencia que ejerció en mí como ser humano. Falleció hace varios años, el día de mi cumpleaños...
Pero, la mayor influencia emocional que un jesuita ejerció en mí, provino del padre Ignacio Amézola. Mi generación tuvo el privilegio de ser el último grupo en recibir clases de Matemáticas con él. Su mente extremadamente lúcida contrastaba con su cuerpo gastado y cansado. Dulce, amoroso, comprensivo. Lo adoraba y le buscaba cada vez que tenía problemas en mi casa, cuando tenía yo 17 años.
"Te quiero como supongo que un abuelo debe querer a una nieta", me dijo. Y me quebró. Porque yo también lo amaba como a un abuelo, de hecho estuvo más cerca y cuidando de mí, más que mis abuelos de sangre. Falleció en Granada, lejos de su tierra natal (España). Y pese a los años, su ausencia aún me pesa.
Los ojos bonachones del padre Amézola no se parecían en nada a los ojos azul intenso del padre Iñaki Zubizarreta. Su mirada se posó sobre mi cara de conejita asustada cuando yo tenía 14 años y cursaba segundo año.
Sin embargo, la amistad entre él y yo, así como la llegada de sus sabios consejos, la viví a los 18 años. En ese entonces yo estudiaba el primer año de mi carrera, en la Universidad Centroamericana, que también pertenece a la Compañía de Jesús (de ahí que se les diga jesuitas), adonde él había sido trasladado unos años antes.
Me recordaba mucho a mi papi. Siempre tan lógico, hilvanando ideas con la facilidad con que hilvana tela una costurera. Su principal legado fue hacerme comprender que la vida no siempre nos birndará un porqué. "Hay cosas que son porque son", me dijo, "escapan de tus manos y de tu voluntad. Lo importante es aceptarlas como vienen y saber enfrentarlas". Lo último que supe fue que estaba en El Salvador...
Pero el padre principal es el mío. Coprotagonista de mi vida desde el momento en que me engendró. Las primeras lecciones suyas que recuerdo, son de cuando yo tenía 3 añitos y él me enseñó a leer. Pero, las otras, las lecciones de vida, me las brindó a manos llenas hasta el último día que lo vi con vida, la tarde del 30 de septiembre de 2004.
"No hay nada que el tiempo no cure", me dijo cuando yo, llorando a mares, le conté que aún amaba a mi novio pero lo terminé por considerar que era lo mejor para mí. Y una vez más, tuvo razón. El tiempo lo cura todo, por eso sé que algún día sanará la herida que dejó su partida.
Por eso y mucho más, a mi padre y los demás padres: estas líneas con amor.

jueves, 19 de junio de 2008

Razones


Para vos...

Ésta es la lentra de una canción cuyo link me pasó alguien a quien quiero mucho...

Te echo de menos, le digo al aire
te busco, te pienso, te siento y siento
que como tú no habrá nadie
y aquí te espero con mi cajita de la vida
cansada, a oscuras, con miedo y este frío
que nadie me lo quita.

Tengo razones para buscarte
tengo necesidad de verte, de oírte, de hablarte
tengo razones para esperarte
porque no creo que haya en el mundo
nadie más a quien ame
tento razones, razones de sobra
para pedirle al viento que vuelvas aunque sea como una sombra
tengo razones para no quererte olvidar
porque el trocito de felicidad
fuiste tú quien me lo dio a probar.

El aire huele a ti, mi casa se cae porque no estás aquí
mi sábana, mi pelo, mi ropa te buscan a ti
mis pies son como de cartón que voy arrastrando por cada rincón
mi cama se hace fría y gigante y en ella me pierdo yo
mi casa se vuelve a caer, mis flores se mueren de pena
mis lágrimas son charquitos que caen a mis pies.

Te mando besos de agua que hagan un hueco en tu calma
te mando besos de agua pa' que bañen tu cuerpo y tu alma
te mando besos de agua para que curen tus heridas
te mando besos de agua de esos con los que tanto te reías.

Mi primera vez

Por más que sentía la necesidad de pasar por eso, estaba muerta de susto. ¿Dolería mucho o sería satisfactorio? ¿Me gustaría o me dejaría traumatizada? ¿Él me trataría con delicadeza o brusquedad?

Mil y una preguntas me rondaban la cabeza, mientras me recostaba. Era tanto mi nervio que ni siquiera recordaba cómo llegué hasta ahí. Sólo sabía que el corto camino desde la salita hasta ese cuarto me había parecido kilométrico y los pies me pesaban como si fueran de plomo.

La manos me sudaban, me sentía un poco mareada, las piernas me temblaban tanto que casi no podía sostenerme en pie. ¡¡Esa no era yo!! ¿Por qué algo tan sencillo como esto me aterraba tanto?

Creo que en mi fuero interno, de alguna manera yo sabía que sería así. Las referencias que escuché desde niña, me enseñaron que sería una extraña mezcla de sentimientos agridulces, que irían y vendrían entre lo doloroso y lo tremendamente satisfactorio, sobre todo al terminar.

Y cuando vi que él se acercaba a mí, con esa sonrisa casi de santo estuve a punto de desmayarme. ¡Oh my God!, como dicen los gringos -y no se crean, también lo dicen los mestizos como ustedes y como yo que ahora se ha 'agringado'-.

El corazón comenzó a latirme con fuerza, y se me alteró la respiración... no sé a ciencia cierta si fue por la emoción de que de una vez por todas tendría tan memorable encuentro, por miedo a no saber qué hacer y quedar ante él como la más tonta o porque en ese momento lo único que yo quería era ponerme a llorar.

"No temás chiquita, todo va a salir bien", me dijo. Y agregó: "que no te dé pena (vergüenza pues, que los nicaragüenses decimos así), yo te comprendo, es normal que estés nerviosa, pero te voy a tratar tan bien, que vas a querer volver". Ay madre mía, esas palabras me derritieron el corazón y no pude contener las lágrimas.

Pero, alto ahí... ¿chiquita? ¿me dijo chiquita? Pero si yo ya era toda una mujer. Entonces comprendí que este hombre era un verdadero ángel, que realmente deseaba hacerme sentir bien y que -lo mejor de todo- era un verdadero profesional en lo suyo.

Así que, me limpié las lágrimas con el dorso de las manos, le ofrecí mi mejor sonrisa, respiré profundo, me relajé y suavemente musité: "está bien doctor, ya estoy lista; puede extraer la muela". Por primera -y única vez- me extraerían una pieza dental (muela cordal). Y felizmente pude comprobar que pese al dolor postoperatorio, las molestias son mínimas en comparación con la tremenda satisfacción que te brinda tener una dentadura sana.

domingo, 15 de junio de 2008

El zorzal y el pavo real

Este pequeño poema se cuenta dentro del bestiario de mi compatriota Rubén Darío. Cualquier parecido con alguna realidad que conozcamos en el mundo del chat, es pura coincidencia....


Ve un zorzal a un pavo real
que se esponja y gallardea;
le mira la pata fea
y exclama: "¡Horrible animal!"
sin verle la pluma oriental
el pájaro papanatas.

Gentes que llaman sensatas
son otros tantos zorzales:
cuando encuentran pavos reales
sólo les miran las patas.

Datos personales

Mi foto
Managua, Nicaragua
Como todos en este mundo, tengo virtudes y defectos. Pero creo que lo más importante para mí, es saber ser amiga, de las que se quitan la camisa para dársela al que la necesita. Fiel a más no poder, sincera, y muy reservada. Amo la buena ortografía y me cuido de tenerla; periodista de profesión y de corazón, madre por decisión. Pero, ¿quién mejor que mis amigos para describirme? Así que esa tarea se la dejo a ellos.