miércoles, 16 de julio de 2008

Qué sacrificio...


“Nitos (en realidad siempre me dice mi nombre de pila en diminutivo, en este caso tendría que poner Nititos pero esa palabra es tan cacofónica que no me atreví) te tengo una mala noticia”. Sus labios terminaron la frase, casi susurrando en mi oído mientras nos abrazábamos: “me voy del país”.
Pero lo que más me impactó no fueron las palabras, sino la profunda tristeza que reflejó su mirada. Y es que ella y yo, somos más que amigas de infancia, somos hermanas. Bueno, hermanas de corazón pues, que al final a veces resultan más unidas que las de sangre.
Precisamente ese profundo cariño que nos une es lo que permitió siempre que habláramos sin tapujos. Recuerdo perfectamente aquella noche en que, como siempre, aprovechábamos el sueño de nuestros retoños para chatear y ‘ponernos al día’ sobre el acontecer en nuestras vidas.
“Ay Nitos, vos sos idealista. Ese tipo de amor no existe”, espetó. Pum el corazón me dio un vuelco. Y, obligada a ir de frente con la verdad (que para eso son las amigas, ¿no?) le pregunté, “¿es que no sos feliz en tu matrimonio?”.
Resulta que, consciente de la enorme diferencia cultural entre ella y su marido (el cual proviene de más allá de los siete mares, tipo Simbad), asumió que su rol de madre estaba por encima de cualquier otra cosa. Y que, si para mantener un hogar ‘unido’ para sus hijas debía irse al quinto infierno, lo haría gustosa.
Es ahí donde hice un alto mental. ¿Hasta dónde debo asumir el rol de madre sacrificada? Si bien es cierto que los matrimonios perfectos no existen (obvio, porque nadie es perfecto, pues), me queda la duda de ¿hasta dónde debe llegar el límite de aguantar?
Dice doña Olga, la madre de amiga, que ‘por los hijos’ una debe ‘soportar’. Casi me da un soponcio cuando la escuché. Porque, aunque creo que nadie en su sano juicio se casa pensando en el divorcio, también creo que tomar la decisión si el caso lo amerita es lo más sano.
No pienso (¡por favor, señores!) que una madre ‘abnegada’ y completamente infeliz pueda ayudar a sus hijos e hijas a crecer con salud emocional. Me niego a aceptar a aniquilarme a mí misma, con el son de que es lo mejor para los niños. ¡¡Hueso!! Ese cuento no me lo trago. Ni lo acepto.
Al menos yo prefiero que mis hijos me vean separada de su padre pero en buenos términos, sonriente, enfrentando el día a día con optimismo. Así, que, (nunca me imaginé que un día diría esto, pero…): ¡¡viva mi divorcio, jodido!! He dicho.

2 comentarios:

  1. ¡¡Chavala!! que bueno saber de vos... Pues con eso de Nitos... el 10 de mayo publiqué el título "Soy Nitos ¡y qué!"... te invito a echarle un vistazo ;)

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  2. Mi comentario era algo asi: ¨cada quién sabe la gotera que está sobre su cabeza¨

    La tranquilidad y seguridad emocional la determinas tu según tus necesidades.

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Como todos en este mundo, tengo virtudes y defectos. Pero creo que lo más importante para mí, es saber ser amiga, de las que se quitan la camisa para dársela al que la necesita. Fiel a más no poder, sincera, y muy reservada. Amo la buena ortografía y me cuido de tenerla; periodista de profesión y de corazón, madre por decisión. Pero, ¿quién mejor que mis amigos para describirme? Así que esa tarea se la dejo a ellos.