domingo, 14 de febrero de 2010

Día del amor, la amistad... y la separación


- "Nitos: ¿aceptás a este hombre como ex-esposo en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza...?".
- ¡¡¡¡¡¡Aceptoooooooooooooooooooooooooooo!!!!!

Obviamente, nadie me preguntó eso ja, ja... pero para todos los efectos es lo mismo. Lo acepté como el 'ex' entonces y lo acepto ahora. Es más, mi aceptación y contentamiento por aquel desenlace crece cada vez más a medida que pasa el tiempo.

Verme desempleada, con un sinfín de cuentas por mantener y dos hijos que cuidar -uno de 10 años y uno de seis meses de nacido- obviamente no fue nada alentador. No era el más dulce de los escenarios y la aflicción de la situación económica realizó una verdadera alianza con un cúmulo de emociones que variaban desde el temor a un porvenir desconocido (que me hacía temblar cual conejito perdido) hasta la más profunda ira y decepción a causa de la mentira y la traición.

Debo ser sincera conmigo misma. En ese momento, exactamente hace tres años un día como hoy, el mundo pesó tanto sobre mis hombros que mis rodillas apenas podían soportar. Era el momento de mi separación. Cuando todo aquello en lo que creíste, que amaste, a lo que te entregaste, por lo que luchaste es borrado de un manotazo. Te sentís como si un ciclón se ensañó contra tu proyecto de vida y llegó hasta tu orilla para arrasar con todo.

Para mí era un asunto de dignidad. Sentía que 'eso' me había sido arrebatado en mis propias narices. Me pregunté una y mil veces "¿por qué p!! (beeeep) no me dijiste ANTES: Nitos, tengo motivos para querer separarme.... en vez de cometer el engaño, de manosear la familia, de ensuciar la confianza? No era fácil lidiar con eso. Y mucho menos con los sollozos apagados de mi hijo, que salían desde la penumbra de su cuarto cada noche, y que cesaban cuando yo entraba a arroparle y darle un beso en la frente porque simulaba estar dormido.

Las pocas fuerzas que quedaron en mí hasta ese momento, me abandonaron un mes después, cuando falleció mi madre. Finalmente las rodillas se doblaron y caí estrepitosamente. Huelga decir que muchas manos bondadosas y amorosas se extendieron para ayudar a levantarme, para dibujarme una sonrisa en aquel rostro dolido, para cobijarme en las noches de frío. Y también a mis hijos.

Pero ahí no acaba la historia, más bien ese es el inicio. Aquella parte de la Nitos que falleció un 14 de febrero de 2007, milagrosamente dejó espacio disponible para que nacieran otras. Manos angelicales tomaron las mías y me condujeron por un pequeño camino, el cual era necesario recorrer (y que aún sigo recorriendo, con ciertos intervalos).

Comencé a reconocer las partes de Nitos que habían muerto y otras que estaban adormecidas. Aprendí a volver sobre mis pasos para descubrir dónde había desviado el camino y pude retomar algunas cosas importantes que había dejado de lado. Supe que el amor se había acabado mucho antes de aquel día y que lo que me hacía permanecer eran motivos muy ajenos a mí verdadero yo.

En resumen: renací. Más hermoso no podía ser para mí. Hoy me tomé un momento para ver hacia atrás y no me gustó lo que vi. Digo, en 11 años de matrimonio también pasaron muchas cosas lindas, el padre de mis hijos y yo creamos ciertos lazos que hasta la fecha se mantienen fuertes y que nos ayudaron no sólo a realizar una separación amistosa, sino también a mantener una relación de cordialidad; procreamos dos preciosísimos -coff coff... soy su madre, los veo preciosos jeje- niños que por si fuera poco nacieron con estrella (recordemos que hay quienes nacen con estrella y quienes nacen estrellados jaja). Me cuidó y estuvo en momentos en que lo necesité. Pero se terminó esa fase. Lo bueno es que los niños y yo aprendimos a seguir.

Enhorabuena.

1 comentario:

  1. Lo maravilloso de aprender algo, es que nadie puede arrebatárnoslo.

    Por eso es que obtenemos sabiduría porque vivimos, aprendemos y recordamos...

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Como todos en este mundo, tengo virtudes y defectos. Pero creo que lo más importante para mí, es saber ser amiga, de las que se quitan la camisa para dársela al que la necesita. Fiel a más no poder, sincera, y muy reservada. Amo la buena ortografía y me cuido de tenerla; periodista de profesión y de corazón, madre por decisión. Pero, ¿quién mejor que mis amigos para describirme? Así que esa tarea se la dejo a ellos.