domingo, 22 de agosto de 2010

Aquí y ahora



La pregunta que me hiciste hace un momento, no es nueva para mí. Me la he planteado a mí misma un sinfín de veces. En aquellas noches sin luna en que conciliar el sueño era mi principal reto. Y en las claras mañanas cuando el azul celeste del cielo me sonreía, al yo, paciente, cuidar de mi jardín. Y en esos momentos en que mi mente divaga, pese al exceso de trabajo, los vaivenes de la vida y el pesado tic-tac del reloj indicándome que el tiempo es oro.
¿Por qué vos? La respuesta no es tan sencilla como parece. En resumidas cuentas, te respondí que *tu forma de ser me envuelve, es algo que no sé explicar… me proyectás una vitalidad que me encanta, tu sentido del humor me cautiva; cuando estoy hablando con vos no quiero que pase el tiempo, porque me río, me siento relajada, me siento bien…”.

Pero todo va más allá, creo. En mi inconsciente yacen piezas de un rompecabezas que no logro descifrar. Tomo un poco de aquí y un poco de allá. Me quedo silente, observando de lejos. Presente pero como ausente. Y es que todo, querido, gira como una ruleta. Ahora es mi turno de leer, de ‘escuchar’, de abandonar las labores para escurrirme entre las letras y formar en mi mente un ambiente envuelto en una burbuja para no perderte de vista sin que te des cuenta.

Y no te creás que todo lo que he visto ha sido color rosa. Ya sé cómo te arrancás con tus ratos de mal humor, por ejemplo. O cómo, entre sonrisas sentás tu posición so pena de estar bajo la lupa si no se atiende. Pero eso es lo de menos. Me valen más los buenos momentos, las risas, las palabras de aliento precisas y acertadas, el compartirme tu forma de ver la vida.

El dios Chronos no existe para mí. No esta vez, pues no llevo un archivo cronológico desde que apareciste en mi vida una madrugada –para variar- de insomnio. Pero Kayrós, su hijo, se impuso. Las impresiones, las emociones, los pensamientos quedaron en mi mente y en mi piel, como grabados con cincel.

Esa energía vibrante que inundaba la estancia, esa sonrisa de oreja a oreja dibujada en mis labios, esa sensación que me llenaba el pecho cuando se acercaba la hora de nuestra cita hace un par de años- Me estabas domesticando, como diría El Principito.

Esa emoción, en vez de menguar con el paso de los días, ha crecido. Y el tiempo compartido cada vez se me hace más corto. Te extraño en tus ausencias y me gozo con tu presencia. “Soy como todos”, decís. Y es cierto, porque sos humano. Pero tus virtudes y tus defectos, esas particularidades  tan tuyas, marcan las diferencia. Y venís a convertirte en una especie de combo. Lo tomo o lo dejo.

Esta vez corrí el riesgo. Me dejé llevar por el instinto, por la corazonada, por el deseo de salirme del cuadro al menos una vez en la vida, Finalmente, en medio de tanta palabra, me percato de que no sé tus motivos. Y de pronto quisiera verte a los ojos para preguntarte ¿por qué yo? Por ahora no tengo la respuesta, pero básteme saber que en ese momento, fuiste mi aquí y mi ahora. ¡Y cómo lo disfruté!

1 comentario:

  1. Vivir, vivir y vivir... me aconsejaste alguna vez y ahora te digo vive.

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Managua, Nicaragua
Como todos en este mundo, tengo virtudes y defectos. Pero creo que lo más importante para mí, es saber ser amiga, de las que se quitan la camisa para dársela al que la necesita. Fiel a más no poder, sincera, y muy reservada. Amo la buena ortografía y me cuido de tenerla; periodista de profesión y de corazón, madre por decisión. Pero, ¿quién mejor que mis amigos para describirme? Así que esa tarea se la dejo a ellos.