El sueño es el mismo. Firme. Repetitivo. Ronda mis noches y mis días una y otra vez. Nuestros hijos, los tuyos y los míos, jugarán incontables rondas cercando nuestros cuerpos inertes y sonrientes, tirados sobre la verde grama bañada por el rocío matutino mientras el sol –casi con timidez- nos deja sentir sus primeros rayos.
Cierro los ojos y puedo sentirlo. Con los brazos extendidos rozo apenas la puntas de tus dedos. Las mariquitas, amorosas, acarician nuestra piel. Me conecto con la tierra, con la vida, con lo que somos, con nuestra esencia. Feliz porque soy y porque estoy… escucho las risas incontenibles de los pequeños y te sonrío. Y estás allí. Puedo tocarte, puedo escucharte, puedo sentirte. La fe inquebrantable de que sería posible, lo hizo. Estamos en Toscana.
Recuerdo con nitidez la sonora carcajada que solté al ver tu mensaje en el muro de Facebook. Lo que internet ha unido, no lo separará el hombre. Tu agudo ingenio y enorme sentido del humor me ha calado el alma y la piel. Me ha sacado la sonrisa aún en medio de las más amargas lágrimas; me ha contagiado una y mil veces. Me ha hecho admirarte y quererte.
Más allá de la risa, sentí una enorme felicidad. El breve espacio de tu desaparición me inquietó. Temí por vos, por los niños… ya ves, el corazón no me engañó. Pero ya estabas de regreso. Enfrentando adversidades, subiendo montañas y atravesando llanos con pies cansados. Regresaste más grande de lo que ya eras. Y te admiré más por eso.
Porque ya te admiraba, lo sabés. Las incontables noches en que compartimos alegrías y tristezas me ayudaron a hacerlo. Y a quererte como ahora lo hago. Y a sentirte parte inherente de mi vida. Inteligente, sensible, siempre con la palabra justa en el momento preciso. ¿Qué más puedo pedir?
Lo decís y reímos, pero es cierto. Sos una suerte de alma gemela, reproducción de mi propia vida en un espacio paralelo. Más aún: muchas veces has sido mi sostén, mi Pepe Grillo… esa vocecita interna que nunca está de más escuchar; mi confidente. Tu amistad me hace rica. Y tu fe, más valiosa que el oro, me ayuda a sacar fuerzas cuando creo que ya no puedo más.
Te quiero dos mundos por ser como sos. Tu plus consiste en haber estado allí para mí, todo este tiempo.



Y que quieres que te diga... yo también te amo, te admiro y me siento grande por tenerte en mi vida...
ResponderEliminar¿Te he dado las gracias?... si, te las he dado... pero no las has escuchado porque eres demasiado modesta... te amo amiga querida, alma gemela...
Hasta llegar a Toscana amiga admirable, es una promesa.
Mi querida brujita, ¿sabés? ayer, sacando cuentas con JP... yo llegué al foro en el 2001. Y siento que esto ha sido de toda una vida.
ResponderEliminarMe siento sumamente agradecida porque de esos tiempos me quedaron buenas amigas y el buen -y siempre bien estimado- amigo Juan Pablo.
Pero con vos querida amiga, es especial. Quizà porque nos ha tocado vivir cosas muy similares en tiempos paralelos, porque nos hemos identificado, porque nos hemos apoyado, querido y sentido de una manera muy particular.
Sería genial que nuestros hijos puedan formar parte de todo esto. Y sí, contra viento y marea, nos veremos en Toscana :)