Alcé la vista. Quise contemplar las estrellas y mis ojos se toparon con ese árbol que, altivo, asoma sobre el muro para ofrecer al brillante cielo las flores amarillas de su copa, como un hermoso bouquet.
Quedé inmóvil. Observé el infinito. Sentí las caricias del viento rodeando mi cuerpo y el ligero frío que invadió mi ser. -¡Cómo pasa el tiempo! - me dije. Y no supe si sonreír o derramar la tristeza que me agobia.
Nos conocimos una noche de febrero -estrellada como ésta, quizá-, hace tantos años ya. A partir de entonces, me entregaste ese amor que sentías tan a tu manera y que no siempre comprendía, pero que comencé a asimiliar un tiempo antes de tu partida, aquella noche de marzo. (Nos conocimos un 21 de febrero, nos despedimos un 21 de marzo).
Recuerdo tus ojos tristes de mirada fija. Tu respiración cada vez más agitada que aceleraban mis sollozos. Te lloré y quizá tu corazón alguna derramó mientras guardabas silencio.
Han pasado 5 años desde entonces y, ¡cuánto te extraño cada día, madre!
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Datos personales
- La Nitos
- Managua, Nicaragua
- Como todos en este mundo, tengo virtudes y defectos. Pero creo que lo más importante para mí, es saber ser amiga, de las que se quitan la camisa para dársela al que la necesita. Fiel a más no poder, sincera, y muy reservada. Amo la buena ortografía y me cuido de tenerla; periodista de profesión y de corazón, madre por decisión. Pero, ¿quién mejor que mis amigos para describirme? Así que esa tarea se la dejo a ellos.

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