sábado, 8 de septiembre de 2012

Recuerdo


Lo que inició como un momento para compartir en familia, bien pudo terminar de manera fatal. Hace 5 años, un día como hoy, un bus embistió el carro en el que viajaba con mi hermana, mi hermano, una amiga y mi hijo de -en ese entonces- un año.

Generalmente, cuando meditamos sobre lo sucedido, terminamos concordando en que el Señor nos quiso prestar más vida. Que "no estábamos en la raya", como se dice popularmente por estos lados... y a la larga, en el fondo me gusta pensar que mi misión en esta tierra no estaba concluida.

Pero hoy no sé. Hoy me siento rebelde... con bajo perfil, pero rebelde. Así que hoy no diré nada. Guardaré silencio y con mi silencio sentaré mi posición. Tal vez todo esto se debe a que ando triste. Sí, me entró 'la depre' y ando casi arrastrando los pies por estos senderos de la vida que me ha tocado, preguntándome dónde está la luz que indica el final del túnel, meditando sobre cada estúpido error (que, si lo veo bien, debo reconocer que no puedo remediar) que he cometido a lo largo de estos años y analizando si vale la pena los que estoy pensando cometer.

Ya, pues. Haré caso a una de las tantas enseñanzas de mi madre: si no tengo nada bueno para decir, mejor es no decir nada. Pero antes de guardar silencio quise registrar que sí recuerdo el accidente que, cuando ando en mis cabales, me ayuda a tener una perspectiva más amplia y multicolor de mi día a día...

martes, 24 de julio de 2012

En mi jardín


Tengo una sensación rara en el cuerpo. Y en la mente. Y en los dedos que se quedan estancados en el teclado en vez de rozarlo cual si fuera un dulce beso de muchachos enamorados. Ha de ser porque recién he llorado. Lloré a mares, una vez más… pero eso ya lo sabés. Otra vez, te lloré. No puedo evitarlo. ¿Y qué querés? Si tan sólo han pasado dos años desde que cruzaste el delgado velo que a muchos aún nos separa de la muerte.
¡Y me dolés! Cuando te recuerdo de niño, tan vivaracho, tan lleno de energía, tan sonriente. Extraño tu sonrisa de adulto, tu mirada cómplice, tu comida. Pero sobre todo, extraño ese cordoncillo invisible que, sin ser umbilical, unió nuestros espíritus desde siempre.
Me sentí triste porque no pude visitar el cementerio hoy. Pero luego recapacité: no necesito sembrar flores sobre el puñado de tierra que cubre tus restos… porque siempre has vivido y vivirás en el jardín de mi corazón.

lunes, 19 de marzo de 2012

Despedida...

Alcé la vista. Quise contemplar las estrellas y mis ojos se toparon con ese árbol que, altivo, asoma sobre el muro para ofrecer al brillante cielo las flores amarillas de su copa, como un hermoso bouquet.

Quedé inmóvil. Observé el infinito. Sentí las caricias del viento rodeando mi cuerpo y el ligero frío que invadió mi ser. -¡Cómo pasa el tiempo! - me dije. Y no supe si sonreír o derramar la tristeza que me agobia.

Nos conocimos una noche de febrero -estrellada como ésta, quizá-, hace tantos años ya. A partir de entonces, me entregaste ese amor que sentías tan a tu manera y que no siempre comprendía, pero que comencé a asimiliar un tiempo antes de tu partida, aquella noche de marzo. (Nos conocimos un 21 de febrero, nos despedimos un 21 de marzo).

Recuerdo tus ojos tristes de mirada fija. Tu respiración cada vez más agitada que aceleraban mis sollozos. Te lloré y quizá tu corazón alguna derramó mientras guardabas silencio.

Han pasado 5 años desde entonces y, ¡cuánto te extraño cada día, madre!

sábado, 17 de marzo de 2012

En silencio...

Una maraña de ideas -¡todo tipo de ideas!- azota mi mente. ¿Qué debo pensar? ¿Qué debo sentir? ¿Qué debo decir?.

Decidí callar ante la ausencia de tus palabras. Y las dudas -benditas dudas... siempre presentes- se cuelan por los poros, se deslizan lentamente bajo mi piel y se aferran a mi carne. Se incrustan. Se las ingenian para mezclarse con mis células y formar parte de mi ser. O sea, ya no se irán...

Palabras a medias. Puntos suspensivos. Signos de interrogación flotando por todos lados. Tragarme una a una todas las interrogantes (siempre fieles compañeras), no me deja respirar. Pero decidiste enmudecer una vez más y lo debo respetar, aun cuando creo que había mucho por hablar.

¿Prudencia, discreción, reserva, desconfianza? Quizá un poco de todo, quizá un poco de nada. Lo cierto es que aquí estoy, tratando de ordenar pensamientos. Repasando letra por letra, espacio por espacio, acción por acción, omisión por omisión... las tuyas y las mías. Y llego a la triste conclusión de que tus deducciones y las mías sólo son eso: interpretaciones personales que podrían estar totalmente erradas (o muy llenas de verdad, pero nunca lo sabremos), y que nos sirvieron de pauta para tomar decisiones y seguir un camino.

Me niego a aceptar las palabras del Gato de Cheshire (Alicia en el país de las Maravillas): "No importa qué camino sigas, siempre que llegue a alguna parte". Me niego... porque a Alicia le daba igual hacia dónde conducían las sendas, a mí no.

Por eso, sigo con mis interpretaciones, no tengo otra opción. Pero sigo en espera del momento preciso para -quizá algún día- obtener respuestas. Mientras tanto, sigo con la inquietud, meditando... que no sé cuál fue peor, si tu silencio o el mío.

domingo, 29 de enero de 2012

Respeto: Descansá en paz...


En el momento no supe qué sentir. “¿Cómo pudo pasar esto?”, me dije. Y ahí en medio de la eterna noche de insomnio, rodeada de una oscuridad silenciosa, dando vueltas en la cama que –rara cosa- desde “entonces” no me parecía tan inmensa, sentí profundas ganas de llorar.


¿Por qué? A ciencia cierta, no lo sé. Quizá sea porque soy una romántica empedernida, que se empecina en creer que las personas no cambian, y que si lo hacen es para bien. O tal vez porque en medio de todo, a pesar de todo, no concebía que se pudiera llegar a este punto luego de haberte querido tanto. O, a lo mejor sólo es  una de tantas reafirmaciones de que soy una mujer con emociones a flor de piel, que se niega a vivirlas a medias, y que cree que las manifestaciones afectivas deben calar el alma.


Lo cierto es que ahí estaba yo, con un torozón en la garganta, tragándome a cuentagotas las lágrimas amargas que alguna vez han probado quienes todavía creen en la humanidad. Me puse de costado, quedando frente a frente con mi otro yo. Y vi en sus ojos el horror de la incertidumbre, el espanto de no saber qué hacer con eso que te copa el corazón y se desliza por debajo de tu piel como un gusano invasor e inmundo.


Sólo entonces tomé conciencia de lo que pasaba. Ese algo que se quebró tiempo atrás, esa fisura otrora imperceptible, de a poco se convirtió en una falla tectónica que causa revuelo de vez en cuando con sus movimientos y sacudidas. Debo aprender a vivir con eso. El primer paso fue éste: reconocer y aceptar que, muy a mi pesar, te perdí el respeto.


La enorme interrogante de cómo, habiéndote amado como te amé, hoy no siento ni siquiera respeto por tu persona, fue sucedida por una frase que me sale de las entrañas: no importa cómo o cuándo. Lo importante es que te lo merecés.

viernes, 6 de enero de 2012

Bienvenido, 2012



Muertes cortas, con lentas agonías. Amaneceres de luto precedidas de largas noches invadidas por un sinfín de pensamientos dolorosos y sufridos. A todas se las llevó el viento. Todas forman parte del pasado que parece lejano, pero que –al menos, simbólicamente- están a tan sólo seis días, porque fueron vividas a lo largo del 2011.

Eso me dejó el año viejo: situaciones adversas en cadena, de los más variados tipos, colores y olores. Con baterías de larga duración incluidas. Pero también me dejó pequeños renaceres, nuevas visiones de la vida, de mi aquí y mi ahora. Me dejó mayor estatura, más paciencia y un tanto de resignación (lo cual, ojo, no significa zona de confort).

Nuevas experiencias, lecciones aprendidas, mayor conocimiento de mí misma, de mi entorno. Muchas lágrimas, pero más fuerza. Varias caídas con igual número de levantadas. Soledades y sonrisas. Sueños, esperanzas. Proyectos fallidos, ilusiones perdidas y de nuevo encontradas. Emociones intensas… Cantos de sirena que en algún momento lograron alejarme del camino y manos bondadosas que me tornaron antes de caer al abismo.

Gentes buenas se cruzaron a mi paso. Me reencontré con amigos de antaño. Amo y me siento de los cercanos más amada. Solventé situaciones, enfrenté problemas. Libé los néctares de las horas fraternas y la solidaridad de vecinos, conocidos y parientes…

Desconozco qué me depara el 2012. Pero de fijo sé, que me esperan muchos amaneceres.

Datos personales

Mi foto
Managua, Nicaragua
Como todos en este mundo, tengo virtudes y defectos. Pero creo que lo más importante para mí, es saber ser amiga, de las que se quitan la camisa para dársela al que la necesita. Fiel a más no poder, sincera, y muy reservada. Amo la buena ortografía y me cuido de tenerla; periodista de profesión y de corazón, madre por decisión. Pero, ¿quién mejor que mis amigos para describirme? Así que esa tarea se la dejo a ellos.